Historia del cristianismo
En los últimos tiempos, la Iglesia Católica es noticia en España (y más concretamente en Lugo) por defender una serie de causas que poco o nada tienen que ver con su historia más venerable (todo lo relacionado con la defensa a ultranza de la familia es una derivación de la “Humanae vitae” de Pablo VI) o por la aparición de prelaturas, grupos o familias cuyo trabajo de proselitismo, visto desde fuera por un observador más o menos imparcial, no parece tener demasiado de apostólico. No son los únicos defectos de la Institución, pero sí los algunos de los más acuciantes.
La asunción de este tipo de posiciones acerca de la familia y de un determinado tipo de agrupación dentro de lo religioso tienen, en mi opinión, el inconveniente de alejar a la Iglesia de una posición en la que podría encontrarse mucho más cómoda: la de creadora de una tradición cultural y ética que ha sobrevivido a la caída de todos los imperios desde Roma. Una tradición que, de una u otra manera, está presente en los cinco continentes y constituye un soporte formativo para cualquiera que quiera entender la cultura occidental y una estructura moral que, con pulir algunos defectos, debería tender a hacer mejores a los seres humanos.
Por suerte, de vez en cuando se publica un libro que recoge estos valores culturales de la religión cristiana, entendida de manera ecuménica y alejada de los radicalismos romanos u ortodoxos. En este caso, la editorial Debate publica “Historia de la Cristiandad”, de Diarmaid MacCulloch, un libro con un éxito notable en las librerías de los Estados Unidos, hasta el punto de ser nombrado uno de los libros del año 2010 por el suplemento literario del New York Times.
Me imagino que la mayor parte de ustedes no estarán demasiado versados en manuales sobre Historia de la Iglesia. No son libros comunes y a veces tienen un número ingente de volúmenes. En muchas ocasiones se pasan de confesionales y desatienden las más elementales convenciones del trabajo histórico y literario (es el caso de la “Historia de la Iglesia” de la editorial BAC). El mejor que yo conozco es el de Hubert Jedin, pero está agotado y en Lugo, que yo sepa, solo se puede consultar en el Seminario. En un volumen, es referente el trabajo de Hans Küng y en dos el de Joseph Lortz.
MacCulloch es un historiador serio, especializado en la Reforma. Su trabajo es exhaustivo y no muestra grandes fisuras. De hecho, sacrifica con acierto la narración de algunos periodos históricamente confusos y que suelen absorber muchas páginas de obras de este tipo (los sufrimientos del cristianismo primitivo) a favor del desarrollo de la religión en países como Corea del Sur o Ghana. En lugar de llevar una cronología estricta que, a partir de los concilios de Nicea y Calcedonia, crearía una confusión creciente conforme la herencia de Cristo se fue fraccionando por las opiniones de sus seguidores (convenientemente asesorados por la divinidad), prefiere tratar las diferentes Iglesias en bloques. El método resulta útil para consultar, por ejemplo, quiénes son los coptos que han sido asesinados en las últimas semanas en Egipto y por qué reniegan del concilio calcedonio y del Papa de Roma.
La apertura de miras del autor tiene un gran interés y variedad. Estudia con la misma pasión a miafisitas que a mormones. Y no echen en saco roto llegar a aprender algo de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días: el republicano mormón Mitt Romney podría llegar a presidente de los Estados Unidos. De hecho, viendo a los otros candidatos y sus ideas sobre la relación entre los huracanes y el mal en la tierra (Michele Bachmann es un ejemplo) quizás sea hasta recomendable. Al fin y al cabo, es tan rompedor un presidente negro como un presidente mormón.
El lector corriente encontrará una obra compleja, pero bien escrita, sencilla de leer y bien estructurada. Es decir, una obra con salida para la inmensa mayoría. La inmensa minoría puede quedar decepcionada por ciertas elecciones. Por ejemplo, el contraste entre el mayor grado de profundidad a la hora de explicar a Agustín de Hipona y la escasa relevancia de Tomás de Aquino, todavía referente de la escolástica católica. También se puede achacar al autor un excesivo anglocentrismo en las fuentes: escribir historia del cristianismo sin consultar las mejores fuentes en alemán es una temeridad. Pero son pecados menores. Algo más grave es que el autor parezca creer a pies juntillas en las apariciones marianas decimonónicas. Qué le vamos a hacer. Hasta el mejor escribano echa un borrón. Yo no he dejado de leer con fruición la obra y espero que ustedes, por el bien de la cultura, hagan lo mismo.
12 de noviembre 2011 at 15:02
No he leído el libro que se reseña en gotas de tinta, sí otros, y tengo mis opiniones al respecto. Desde luego y en mi humilde opinión, no tiene nada que ver la evolución digamos del Cristianismo en Alemania ó Inglaterra a España.
Es verdad que la ciencia se desarrolló gracias a dos aportaciones cruciales del cristianismo, ( a pesar de silenciar otras esenciales) sin las cuales hubiésemos quedado en la Edad media, como el islam: la labor de difusión y protección del patrimonio cultural que se hizo allí donde fundaban Monasterios y llevaban su zona “de influencia”, aunque fuera a sangre y fuego durante la edad media, con miles de monjes copiando los tratados y demás obras clásicas, y la creación de las universidades. Sin estas bases, Occidente no habría llegado a la cumbre y se habría quedado nadando en el fango en el que se revuelve una parte del Islam.
He leído de un tirón el reciente libro de Alfonso García Nuño, “Religión en una democracia frustrada”. El autor es jurista y teólogo, y recopila artículos anteriores. Me ha llamado la atención la tesis que defiende: ejercer un cargo político y ser al mismo tiempo coherente con un credo son realidades incompatibles, porque la única religión posible es la obediencia al Estado.Menciono esto para comentar mi opinión de la Iglesia en España.
Con el Concordato de 1953 España se puso a los piés de la Iglesia Católica. Renunciaba a legislar sobre materias mixtas o de aquellas que puedan interesar a la Iglesia sin previo acuerdo con la Santa Sede. Eso convertía a España en un protectorado de la Santa Sede porque colocaba en sus manos todas las leyes educativas, todo el derecho de familia y buena parte del civil, e incluso la política de orden público
El golpe militar de 1936 (que la Iglesia católica apoyó) liderado por el general Franco era la defensa de los intereses económicos y financieros de los grupos más privilegiados de la sociedad española, intereses que quedaban afectados por las reformas altamente populares llevadas a cabo por los gobiernos democráticamente elegidos durante la República. Entre estos grupos privilegiados estaba la propia Iglesia católica, que era una de las mayores propietarias de tierra, y por lo tanto, afectadas por la reforma agraria propuesta por la República. La Iglesia tenía también en los años treinta, 12.000 fincas rústicas y 8.000 edificios urbanos. La Iglesia era también la institución que ejercía un monopolio en la enseñanza, también afectado por las reformas educativas del Gobierno democráticamente establecido que favoreció el establecimiento de la escuela pública, medida también altamente popular.
La iglesia católica “es una institución” que en España ha sido parte durante muchos años de las estructuras de poder, habiéndose convertido durante la dictadura en una institución clave en la reproducción de unas relaciones de explotación que permitían el enriquecimiento de grupos sociales minoritarios a costa del mundo trabajador. La evidencia científica e histórica que apoya esta afirmación es enorme. Pero para decir esto no necesitamos justificar a un judío que estaba destinado al olvido si sus palabras no hubieran sido reinventadas por San Pablo, para construir una nueva religión.
12 de noviembre 2011 at 16:08
lo de silenciar posibles avances esenciales, me refería a galileo, por su parte ya en pleno siglo XX,en los sectores duros del régimen sentó muy mal los estudios de endocrino que el Dr. Marañón realizaba. Las teorías de Freud tenían muy mala prensa en la conservadora y estática sociedad española, influída por la Iglesia. Así que no podía sorprender que atacaran a Marañón, que era además un conocido liberal. Demasiados pecados.
A base de no leer a Lorca ni a Ortega ni a Madariaga ni a … lo único que leían era el catecismo del padre Astete, y con eso muy lejos no podían llegar ¿Alguien se asombra de la falta de una ciencia seria en nuestro país conociendo esta siembra de incultura que hizo el franquismo aliado con la jerarquía de la Iglesia?
Y cuando llegó el Concilio Vaticano II los obispos españoles que fueron a Roma parecían extraterrestres, caídos de no sé sabe dónde, perdidos en un mundo que les era ajeno. Que inventen ellos, que piensen ellos, que hagan ellos.
29 de noviembre 2011 at 20:01
Sofia, con todo respeto, vives en la ignorancia. Queridos Sofia, veo que estas mal informada sobre la persecucion religiosa, melimitare a darte unas citas de prestigiosísimos historiadores sobre este tema: Las cifras son difíciles de dar, pero se calcula que pudieron ser 10.000 los mártires de la persecución religiosa durante la guerra civil, incluyendo tres mil seglares, en su mayoría pertenecientes a la Acción Católica. Hay registrados cerca de 7.000 con nombres y apellidos (11). Estos datos hacen que la persecución religiosa se haya llegado a considerar la peor persecución religiosa en toda la historia. En este sentido, Antonio Montero Moreno:
En toda la historia de la universal Iglesia no hay un solo precedente, ni siquiera en las persecuciones romanas, del sacrificio sangriento, en poco más de un semestre, de doce obispos, cuatro mil sacerdotes y más de dos mil religiosos.
También el historiador británico Hugh Thomas:
En ninguna época de la historia de Europa, y posiblemente del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y cuanto con ella se encuentra relacionado.
Y Stanley G. Payne:
La persecución de la Iglesia católica fue la mayor jamás vista en Europa occidental, incluso en los momentos más duros de la Revolución francesa. (12)
Se dieron episodios de gran crueldad y de verdadero sadismo; así, hubo casos en que las víctimas fueron quemada vivas, terriblemente mutiladas antes de morir o sometidos a verdaderas torturas psicológicas (13). También hubo quienes fueron arrastrados por coches. Hubo casos en que se entregó el cuerpo de una persona asesinada a los animales para que lo comieran. Incluso hubo una auténtica cacería de presos (14).
También es preciso señalar lo que algunos llaman ”el martirio de las cosas”. Desde el primer momento se asaltaron iglesias y conventos quemando imágenes y expoliando los bienes artísticos. Se destruyeron unas 20.000 iglesias -entre ellas varias catedrales- incluyendo su ornamentación (retablos e imágenes) y archivos (15).
Se ha afirmado que estas matanzas se debieron a una explosión de ira popular, tras el levantamiento de parte del ejército el 18 de julio. El investigador catalán Jordi Albertí, que se define catalanista y creyente, afirma que la persecución fue planificada: las planificaron los comunistas libertarios, es decir el partido anarquista (la FAI) y su sindicato, la CNT. Otros grupos de la izquierda fueron cómplices en distinta medida -especialmente entusiastas los comunistas-, o bien se inhibieron con omisiones culpables. Según este investigador: “¿pueden unos descontrolados matar 70 curas al día, que era la media de agosto de 1936?”
Se dieron episodios de gran crueldad y de verdadero sadismo; así, hubo casos en que las víctimas fueron quemada vivas, terriblemente mutiladas antes de morir o sometidos a verdaderas torturas psicológicas . También hubo quienes fueron arrastrados por coches. Hubo casos en que se entregó el cuerpo de una persona asesinada a los animales para que lo comieran. Incluso hubo una auténtica cacería de presos .Carmen García Moyón fue quemada viva en Torrent (Valencia) el 30 de enero de 1937 etc etc
Citas tomadas de : http://www.historia.humanet.com.co/persecusion_religiosa.htm
29 de noviembre 2011 at 20:02
Fue gracias a que la Iglesia Católica impuso sus creencias el mundo se hizo más civilizado: asi por influencia cristiana en el 365 se prohibió condenar a los reos ser devorados por animales en el circo,el papa Damaso condeno la tortura y las penas atroces en el 382,el papa Nicolas abolió la tortura en Bulgaria en el 866,Gregorio VII prohibió la quema de brujas en Dinamarca.El Papa Urbano VIII en una carta a su nuncio en Portugal del 1639 condena absolutamente la esclavitud y amenaza con la excomunión, pero se refería a la de los indios y estaba impulsado per los jesuitas de las Reducciones ante las incursiones de los bandeirantes brasileños que hacían en ellas razzias para obtener esclavos.
Clemente XI a principios del siglo XVIII da órdenes a los nuncios de Madrid y Lisboa de que actúen para conseguir poner fin a la esclavitud. No hubo respuesta.Y gente sin escrupulos como Voltaire,todavía de gran prestigio en los circulos progresistas,se forraba con la trata de negros.
Hugh Thomas concluye: “Estas denuncias aisladas permiten a la Iglesia Católica presentarse como una prefiguración del movimiento abolicionista con más plau- sibilidad de lo que generalmente se concede. A lo largo del siglo XVII cartas de protesta sobre le asunto del tráfico de esclavos continuaron a llegar a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma de parte de capuchinos, jesuitas y obispos”.
¿Comprendeis, por que es un desastre que la sociedad civil repudie la tutela moral de la Iglesia.?
30 de noviembre 2011 at 10:36
Estimado Alfonso:
He aprobado tus comentarios, por respeto obvio a la libertad de expresión, pero dejo consignado que no me gustaría que un blog sobre literatura se convirtiese en campo abonado para disputas en el terreno ideológico entre los comentaristas. De la misma manera que tú has expuesto justos argumentos sobre el “terror rojo” que conviene no olvidar, Sofía podría exponer argumentos sobre cuarenta años de terrible dictadura avalada (y más que avalada) por la Iglesia Católica.
Yo mismo te diré, sobre tu segundo mensaje, que reconozco el papel que la Iglesia ha jugado en el desarrollo de la civilización occidental. Aunque me he declarado ateo en alguna ocasión en esta columna, disfruto con el fenómeno religioso. Dicho esto, el corolario de tu segundo comentario me parece errado y pernicioso. La sociedad civil no debe tolerar ninguna tutela que no sea la del voto democrático y los “mínima moralia” éticos que no dependen de la religión católica, musulmana, judía o protestante. Hay moral más allá de la Iglesia. De hecho, la Iglesia ultramontana que ahora mismo hace sociedad y política en el mundo occidental representa un serio peligro para las libertades individuales y colectivas de los ciudadanos por su carácter represor en lo ideológico.